24.9.06

Entrevista a Bianca Rinaldi






























Exclusivo desde Río de Janeiro, Bianca Rinaldi



Con su carácter encantador, la actriz brasileña cuenta que su rol como “Isaura” –ese personaje que arrasó en las pantallas chilenas– fue casi un golpe de suerte. Sin embargo, su profesionalismo la ha hecho merecedora no sólo de ese éxito, sino de todos los que vinieron después. Aquí, en exclusiva para revista “Cosas”, Bianca Rinaldi cuenta cómo vive y cómo siente.




El marido de Bianca Rinaldi, Eduardo Menga, empresario y productor argentino, aparece en la puerta de la estación de televisión TV Record para recibirnos. El, además de ser su pareja, es su manager. Mientras caminamos por los pasillos del canal, todos los rostros se empiezan a hacer familiares. Ahí está la mayoría de los actores de “La Esclava Isaura”, el remake de la primera versión que se realizó en 1976 y que hoy está convertido en todo un fenómeno de la televisión chilena, desplazando a los estelares nacionales y haciendo de Chilevisión el canal con más sintonía en la hora prime.







A los pocos minutos aparece Bianca, quien llama la atención por sus ojos azules y sus rasgos suaves. Una chica menuda, casi frágil. Muy profesional, nos muestra el vestuario que decidió utilizar para la sesión de fotos y luego se retira a la peluquería para maquillarse y peinarse.





Bianca es hija única, pero tiene una hermana por parte de su mamá y dos más, por parte de su papá. Vivió con su mamá y hermana, junto al marido de ella, a quien lo considera como un padre, porque además la crió. Tiene 31 años y sólo hace dos conoció el verdadero éxito como actriz, aunque su historia profesional es bastante más larga. A los 15 años empezó a trabajar con la cantante brasileña Xuxa como “paquita”. Eso duró cinco años y fue su primer encuentro con la fama. “Mi mamá escuchó por la radio que andaban buscando paquitas, eligiendo chicas y me llevó al casting. No me interesaba, pero igual hablé con una profesora amiga mía y me alentó. Hicimos todo sin ninguna intención. Cuando llegué ahí, me di cuenta de que todas las chicas eran bellas, rubias y pensé que no iba a ganar…”.





Hasta entonces, Bianca era gimnasta y su sueño era participar en los Juegos Olímpicos. “Bueno, pero me fui por otro lado, me gustó mucho trabajar con Xuxa y el año 94 empecé a hacer cursos de teatro. Me gustaban las telenovelas, el teatro, el cine, pero para mirarlo, no sabía si quería ser actriz. Yo sólo quería perder timidez y por eso tomé unos cursos, para sentirme más segura. Me gustó y así llegué a hacer un curso a TV O’Globo, llamado ‘Oficina de Actores’. Ahí me gustó el mundo de la televisión y me fui encantando con la idea de ser actriz”.
“Sé que la Presidenta Bachelet me quiere conocer”Su primer rol en teleseries fue en “Malhacao”, para O’Globo. Después hizo varias obras de teatro. “La peor pregunta que me puede hacer un periodista es qué me gusta más, porque son cosas diferentes. Hacer un personaje verdadero en televisión es un gran desafío, sobre todo por el poco tiempo que tienes. Y en el teatro, la gracia está en que todo puede acontecer, en que hay que improvisar, porque el público está ahí. Las dos cosas me encantan”. Hoy Bianca viaja todas la semanas entre Río de Janeiro, donde es la protagonista de la teleserie de TV Record “Prueba de Amor”, y Sao Paulo, donde además de hacer una obra infantil llamada “La Vida Intima de Laura”, hace un programa de televisión de responsabilidad social, llamado “Ressoar”.






Volviendo a su historia, después de hacer obras de teatro participó en la coproducción argentina-brasileña de Telefé y Sbt “Chiquititas” y protagonizó dos series en televisión (Sbt), “Picara Soñadora” y “Pequeña Traviesa”. Fue en ese entonces cuando conoció a Eduardo Menga, su pareja. “Empezamos a trabajar juntos y fue él quien envió un material a TV Record. La verdad es que teníamos el nombre de una persona, pero no teníamos ningún contacto directo. Sólo sabíamos que Record se estaba reestructurando, pero no sabíamos que iban a hacer un área dramática. De hecho, yo sólo sabía que una presentadora iba a salir y que iba a quedar un horario disponible. Y a los dos días me llamaron para decirme que Herval Rossano quería hablar conmigo. Recién ahí supe que iban a hacer ‘La Esclava Isaura’”.






–¿Cómo fue tu encuentro con Herval Rossano?–El sólo me dijo que había visto mi material y que quería que representara a la esclava Isaura. Yo no le creí, de hecho le pregunté cuándo iba a ser el casting. Y él me respondió: “No hay casting. Te quiero a ti. Por favor no tomes más sol y sonríe con la boquita un poco más cerrada”.
Bianca ni siquiera había visto la primera versión. “Herval dijo que yo era lo mejor que había aparecido, que era lo que él quería. De hecho, con Eduardo nos miramos para saber si no había una cámara escondida y sólo se trataba de una broma. Además, en TV Record no había nada, estaban recién construyendo los estudios para el área dramática, entonces yo estaba prácticamente en un corredor, en una sala muy pequeña y todo el resto era una obra en construcción”.







Reconoce que al principio no se entusiasmó con la idea, porque le costaba creer que era cierto. “Pero cuando me cambié el pelo, cuando me tuve que poner lentes de contacto negros, cuando me puse el traje para las fotos publicitarias y me miré en el espejo, me emocioné muchísimo. Lloré. Fue muy lindo”.
Dice que leyó cinco veces el libro que cuenta la historia de Isaura, escrito por Bernardo Guimaraes, en 1875. “Me lo bebí, dormí con el libro, porque era el material más completo que tenía. La verdad es que me preparé muchísimo para ese papel”.
La historia de “La Esclava Isaura” está ambientada a principios del siglo XIX, el vestuario utilizado se inspiró en películas como “Lo que el Viento se Llevó”.








Su primera versión fue tan exitosa en todo el mundo
que la protagonista de entonces, Lucelia Santos, se convirtió en el segundo personaje brasileño más conocido en China, después de Pelé. Es por eso que, 20 años después, Herval Rossano (padre de Herval Abreu, director de Canal 13) volvió a dirigir la teleserie, pero esta vez en el Canal TV Record (antes lo había hecho en O’Globo). Más de 80 mil dólares costó cada capítulo.
Bianca recuerda cosas insólitas que le pasaron mientras grababa la producción brasileña. “En Brasilia se me acercó una mujer llorando, de hecho temblaba entera, y sólo me quería decir que tuviera cuidado con Leoncio... Yo le dije que se quedara tranquila, que me iba a cuidar y que gracias por avisarme. Eso fue impactante, yo era Isaura”.




–¿Fue muy duro ese trabajo?–Sí, pero el cansancio sólo lo sentí cuando terminé. Siempre cuando estoy haciendo algo que me encanta, que me hace feliz, que hago con amor, me entrego y me voy. No siento, no me acuerdo que tengo que comer, sólo trabajo. Es bueno, pero no tanto, porque se me olvida cuidarme. Entonces, en Isaura trabajé así, aunque he aprendido a preocuparme de mí.
“Creo en el amor, al igual que Isaura; soy apasionada por mi marido, por la vida y por las personas que amo. Pero Isaura tiene la pureza máxima que pueda existir. Yo no soy un ángel como ella”.






–Tu papel es sumamente sufrido.
–Pero es la primera vez que sufrí con felicidad, con alegría, aunque sí fue muy desgastante, por eso cuando terminaba de grabar, me desconectaba. Salía de Isaura. Trataba de reírme para no quedarme con tanta emoción fuerte adentro. Y a la mañana siguiente, mientras me preparaba, me conectaba nuevamente con Isaura. Sin embargo, ahora que estoy haciendo “Prueba de Amor”, donde interpreto a una mujer que sufre muchísimo porque le secuestran a sus dos hijos gemelos, me duele más que Isaura. Salgo con un dolor de cabeza y muchas veces lloro, dejo que salgan mis emociones.




–¿Qué tienes de la personalidad de Isaura?–Yo soy una mujer que tiene mucha fe, busco todos los días estar bien, a pesar de las dificultades, procuro que cada día sea bueno e Isaura es así. Y creo en el amor como ella, soy apasionada por mi marido, por la vida y por las personas que amo, pero Isaura tiene la pureza máxima que pueda existir. Yo no soy un ángel como ella. Trato, pero es bien difícil conseguir esa plenitud.




–Isaura es una mujer muy virtuosa y noble. ¿Habremos perdido esas características con la modernidad? –No creo que se hayan perdido, pero por la búsqueda de igualdad con los hombres nos hemos olvidado de eso que tenemos en la esencia: ser generosa, virtuosa. Además, no te olvides que las mujeres tienen muchas más funciones que los hombres. Si trabajamos, igual tenemos que hacernos cargo de la casa, de la comida, de la ropa de nuestros hombres, de los hijos, de las cuentas... La mujer hace todo. Ahora yo tengo la certeza que si un hombre le regala una rosa a una mujer, a ella le va a gustar siempre. Si un hombre le abre la puerta, también. Siento que depende de ellos tener ese rol. Creo que muchas mujeres no saben lo que quieren hacer con la libertad que hoy tenemos. Cuando paso por un bar y veo mujeres tomando, sentadas en una barra, me pregunto: “¿Esta es la libertad que querían?”. Creo que no va por ahí. Hay que tener mucho cuidado de dónde se quiere llegar.




–¿Qué no te gusta de Isaura?–Yo tengo fe, pero nada tiene que ver con la fe de Isaura, la de ella no tiene límites. Si de verdad hubiese sido ella, jamás hubiese aguantado. Pero estamos hablando de una situación muy diferente, muy lejos de nuestra realidad.





–¿Por qué crees que esta versión tuvo más éxito que la primera?–Porque es otra época. Hoy esta historia gracias a Dios es más lejana, aunque sigue existiendo la esclavitud, de otra manera, pero existe. Acá hay trabajos con chicos de esclavos, al norte de Brasil. Y creo que tuvo éxito porque, a pesar de todo, las personas se identifican con el amor, el romanticismo, con la caballerosidad de los hombres. Hoy, en el mundo moderno, eso está un poco distante, pero a todos les gusta. Además, gustó mucho cómo está ambientada, los trajes, la manera en que se habla y cómo se vive.









–¿Pensaste que iba a ser tan exitosa la serie fuera de Brasil?–Sí, creo que el éxito de Isaura también se debe al fiato que tuvo el equipo. Fui muy privilegiada. Era buenísimo ver que todos estaban vibrando con esto, felices. También tengo muy claro el fenómeno que se produjo en Chile. De hecho, fui cuando esta telenovela llevaba tres semanas en el aire y en el aeropuerto la gente ya me reconocía. Yo había estado antes en Chile con Xuxa y sólo me acordaba de la cordillera. Es un lugar al que quiero volver con tiempo. Quiero ir a la Patagonia. También quiero visitar a la Presidenta Bachelet, porque me dijeron que me quería conocer.
“Estoy casada de alma, no en el papel”Bianca hoy tiene una oferta para participar en “La Vida es una Lotería” y aunque no está ciento por ciento clara, piensa que va a aceptar. La idea sería viajar a Chile a grabar en junio, porque en julio debe hacer un casting para Pedro Almodóvar. “Me encantaría hacer cine, porque he hecho cosas muy pequeñas”, dice.






–¿Cuándo conociste a Eduardo, tu actual pareja y manager?

–Lo conocí hace cinco años. Yo invité a Eduardo a trabajar conmigo y después de un año, nos dimos cuenta de que existía entre nosotros mucho más que una relación profesional. Teníamos una complicidad muy grande, afinidad, queríamos estar más juntos y así empezamos a intentarlo. Nos llevamos muy bien. Yo lo amo, él me ama.






–¿Tienen planes de tener hijos?

Sí, dentro de dos años. Todas mis amigas ya tienen hijos. Mi hermana, que sólo tiene 23 y que se quedó embarazada por casualidad, también. Voy a ser tía. Yo creo que a las mujeres en algún momento se les despierta el instinto maternal y a mí ya se me despertó.





–¿Y no te preocuparía salir de pantalla?
No, además uno para 11 meses. Me gustaría quedarme unos tres meses con mi hijo y después contratar a una persona de confianza para que lo cuide. A pesar de que a veces me siento vieja, hoy estoy mucho más preparada para tener un hijo, tanto en la estructura financiera como en la personal.






–¿Estás casada?–
No, en papel no estamos casados, pero de alma sí.
–¡Qué difícil debe ser trabajar con la pareja!–Lo del marido vino después. Al principio sólo teníamos una relación de trabajo. Después juntamos todo y quedó mejor. No es fácil, pero hemos tratado de organizarnos lo mejor posible y todo tiene su horario y espacio. Hay lugar para la vida personal, porque es difícil. Igual ayuda que yo tenga trabajo y él también. De hecho, estamos siempre queriendo estar juntos. La gente se ríe, porque nosotros nos llamamos durante el día y las personas nos dicen: “¡Ya están hablando de nuevo!”.






Leí por ahí que éste era tu segundo matrimonio.
No, yo viví mucho tiempo con otra persona.
–¿Has sufrido por amor, así como Isaura?–
¡Ah, ya! ¿Quién no ha sufrido por amor? Sufrí mucho en mi adolescencia. Yo siempre pensaba que con el chico con que estaba me iba a casar. Me enamoraba pensando que con ése sí me iba a casar. Y sufría.





Tu valoración como actriz, ¿cambió después de Isaura?–Sí, ahora tengo mucho más reconocimiento. De hecho, a los tres meses, TV Record me llamó para extender mi contrato hasta el 2010. Vencía el 2007.
–¿No es mucho tiempo amarrarse tanto tiempo con un canal?–No, ellos me respetan mucho. Tengo una gran calidad de trabajo con TV Record. Tengo un reconocimiento profesional.




–¿Se te subieron los humos a la cabeza con Isaura, como se dice en Chile?
No. Acá se dice “metita”. No, no me puse insoportable, yo busco tener siempre mis pies en la tierra. Es la esencia de mi vida. La fama pasa, no es para siempre, es sólo fantasía. Yo trabajé con Xuxa y estuve al lado de una persona que fue un fenómeno, entonces sé de qué se trata.




–¿Isaura ha sido tu mejor rol?
Que afuera de Brasil conocen, sí. Isaura fue un papel muy grande y lo mejor, aunque me encanta lo que hago hoy. Es muy diferente, muy humano. Logro mucha intimidad con el público.





–¿Cuál es tu válvula de escape?
Mi terapeuta, que por lo demás me recibe en una hacienda en medio de la montaña, con cascadas y todo. Incluso me compré un terreno ahí.
–¿Qué cosas se han dicho de ti que te haya causado gracia?
Que me había puesto diva, metita, una persona difícil de estar. Eso salió al principio de mi carrera.




–¿Cuál es tu peor defecto?
Muchos. No poner límites.
–¿Qué te hace reír?
Casi todo.
–¿Y llorar?–Cosas buenas que me toquen el corazón. Un gesto de mucho cariño. Y ver a los chicos y viejos en las calles me duele mucho.


Desde Río de Janeiro, Carolina Honorato C.

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